martes, 10 de julio de 2012

A vueltas con las añadas.

Y es que a quien no le han dicho alguna vez- "La añada tal, es muy mala en Sebastopol, no compres"- o quien no ha oído en algún corrillo- "La añada tal, no me gusta en Borgoña"-. Seguro que este tema os suena, y que no en pocas ocasiones os ha traído verdaderos dolores de cabeza a la hora de abrir una botella, esa que habíais comprado con todo el capricho del mundo y que os han dicho o habéis leído que es una añada que en la zona no ha salido buena. En ese momento el miedo se aferra a vuestra mente, que por otro lado es muy poderosa, y seguramente que en vuestra cabeza se esté firmando una sentencia de condena y repulsa, cuando no de muerte, para esa derterminada añada, antes incluso de descorchar la botella, que por otro lado, no tiene la culpa de haber salido así, limitándose únicamente a ser el reflejo de unas condiciones bien diversas y de un estilo que indudablemente va a marcar el productor que la elabore.

Afortunadamente cada día se menos de esto y siempre hay alguna botella de vino que me recuerda que no se nada, y que no existen reglas ni axiomas en el mundo de los vinos auténticos, porque son seres vivos, salvajes que no doblegarán nunca ante nuestra tendencia a controlarlos, calificarlos y encasillarlos, tendencia que por otro lado es, en mi opinión, tremendamente aburrida.


Borgoña 2004, la añada de las mariquitas...


De botellas de añadas supuestamente malas está mi agenda llena, no se si porque me gusta investigar o porque me motiva el riesgo, lo que si es seguro es que muchas de ellas han sido memorables y me han dado momentos de mucha alegría.



Burdeos 2000, la añada del siglo...

Y es que el vino cambia, la añada que no te parecía buena hace dos años ahora está soberbia.

Y es que las añadas supuestamente malas suelen tener una evolución más temprana, que en estos tiempos que corren, donde la prisa abunda, no es moco de pavo, y que hace que el vino se encuentre en plenitud y disfrutable mucho antes.

Y es que para poder calificar tal o cual añada hay que seguirle la pista durante años, cosa que es imposible si la defenestras antes de salir al mercado porque ya pocas botellas beberás del vintage en cuestión.

Y es que hay que ser paciente, hay que beber muchas botellas, si he dicho beber, no catar, y darse cuenta así, de que con determinados platos dan mucho más juego las añadas supuestamente malas que las supuestamente buenas. Porque de catadores está el mundo lleno, y lo que nos hace falta en esto del vino son bebedores disfrutones y no analistas.

Y es que vinos de una misma añada y de una misma región hay muchos y generalizar es realmente peligroso.

Las añadas, que se aman o se odian, que te encasillan según tus preferencias entre los dioses del Olimpo o entre los que "no tienen ni puta idea". Tan complejas que son inexpugnables y que muchas veces se analizan desde la distancia que da tu gran experiencia, que hace que te toques la barbilla o te meses el cabello con cara de persona interesante, hagas una pausa medida y sentencies-¡Es una añada fría!- o- ¡Es una añada caliente!, porque ya se sabe que lo breve si bueno....

Mejor hacer caso a los bebedores que a los catadores, y descorchar sin prejuicios y sin miedos porque hay muchas añadas que conocer y muchas botellas que disfrutar.

¡Salud!